
Menorca tiene pasado, presente y futuro gastronómico. La gastronomía constituye uno de los motivos por los que visitar la isla y disfrutarla plenamente. La herencia de recetas típicamente menorquinas, recibida y transmitida a través de las diversas generaciones, da cumplida cuenta de la riqueza del producto autóctono y de cómo éste origina platos que forman parte de la cultura popular.
Desde una simple coca salada con verduras y hortalizas de la tierra al queso de Mahón-Menorca con denominación de origen protegida, la sobrasada, el cuixot o la carn-i-xulla, son muchos los placeres de Menorca que seducen a nuestro estómago.Lo son también sus salsas, empezando por la mahonesa; las sopas con mención especial al “oliaigo”; las calderetas; los arroces; el pescado y marisco de sus aguas mediterráneas; la miel, tantas veces premiada; la sal; el aceite y un largo etcétera repleto de dulces y postres deliciosos. Entre estos conviene destacar tanto la “coca bamba” como los “pastissets” y los “amargos”.
El recetario de antaño está repleto de reminiscencias inglesas y francesas que han sabido encontrar asimismo su sitio en la actualidad. Tierra de vinos, cervezas artesanales y su mítica ginebra, Menorca presenta una interesantísima oferta de bodegas, bares y restaurantes, incluidos los de cocina de autor, en los que el paisaje entra en la despensa para llevártelo en el recuerdo.
El respeto por la tradición, la creatividad y los productos de kilómetro 0 se concentran en una Menorca que se reivindica con fundamento como destino gastronómico.
Foto: Fundació Destí Turisme de Menorca
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